2.10.12

El piloto numismático*


El coleccionismo de monedas, o numismática, nació como ciencia en el siglo XIX, pero ya era conocida desde los tiempos del Imperio Romano, la misma época a la que pertenecen 3 de las casi 4.000 monedas que guarda Jorge Aguilar. Este piloto aviador de 54 años y oriundo de El Oro ha dedicado la mayor parte de su vida a una afición que lo atrapó desde la infancia.

La entrevista se asemeja a la escena de una película. Aguilar tiene su oficina en un hangar, viste su traje de piloto y antes de sentarse deja sobre la mesa un pesado maletín. Con cuidado extrae de él un par de álbumes y cajas pequeñas de madera; en su interior están las monedas. Con orgullo empieza a contar su propia historia y la de su mayor pasatiempo,

“Comencé a coleccionar cuando tenía 10 o 12 años. Una tía me regaló 40 monedas de plata de Ecuador y Perú, habían sido fabricadas en el siglo XIX. Me gustó y, como vivía en Puerto Bolívar, me trepaba a los barcos que llegaban, me acercaba a los marinos y las intercambiaba”.

A los 17 años, comenzó a viajar al exterior. Su padre le daba dinero para comprarse ropa y pasear, pero Jorge se lo gastaba en su afición.

“En 1978 fuimos a Israel con mi hermano, quien también coleccionaba. Mi papá me regaló 700 dólares y me los gasté todos en una casa de monedas de Jerusalén”. Esta fue su primera compra fuerte: 12 piezas del país judío y un set adicional de piezas de Palestina.

Actualmente enfoca su gusto en las monedas de Ecuador. Quería completar su lección, pero cuando su familia aumentó, los gastos se limitaron. Explica que con la dolarización los precios se incrementaron considerablemente. Todos los domingos visitaba a los los cachineros de la calle Pedro Pablo Gómez y buscaba monedas junto a su hija; lo que le costaba mil sucres pasó a valer un dólar.

Las hay de un costo de hasta hasta 20 mil dólares. Aguilar comenta que tendría que sacar un anuncio en el diario para comprar algunas, dada su rareza. Seguiría comprando, pero nunca vende (no se lo ha planteado siquiera), aunque sí canjea y a veces regala las que tiene repetidas.


Entre las láminas de plástico que contienen el fruto de su pasatiempo, se destacan varias de oro. En total son 20, de Ecuador apenas 3, una de ellas es un sucre de 24 quilates, acuñado en 1997. Las más complicadas de conseguir son unas piezas de níquel, su distintivo es el sello “RA”, por Rogelio Alvarado, de quien se asegura era el dueño de un ingenio de azúcar en Galápagos o un gobernador en el siglo XIX. Este poderoso isleño marcó su dinero para que sus empleados lo utilicen en transacciones válidas solamente dentro de su territorio. Hoy en día estas iniciales incrementan cada año el valor de las pocas monedas que circulan en esa zona.

El valor se ajusta a la cantidad de las emisiones, es por eso que las conmemorativas de la década pasada, acuñadas en Ecuador, pueden ser más valiosas que las que se han conservado desde antes de Cristo, como las tres que posee Aguilar.

“Me faltan 3 o 4 países de la ex Unión Soviética, tengo incluso monedas de archipiélagos muy pequeños como Kiribati. Una vez compré una de Marruecos, emitida aparentemente en 1300, yo estaba contentísimo, pero luego me di cuenta de que el calendario es diferente y se trataba del siglo XX para nosotros, no era tan extraña como pensaba”.

La colección de Aguilar llega a las 20 mil dólares, aproximadamente. Entre ellas hay unas lanzadas en conmemoración de varias copas mundiales de fútbol. Circulares, rectangulares, octogonales, con agujeros en su centro. La mayoría contiene una aleación de níquel y otros metales, pero son inevitables de admirar las de plata y las de oro. Algunas son tan pequeñas como una lenteja y otras llegan a medir algo similar a una gran galleta.

Aguilar no solo reúne y observa, también les saca provecho. “Una vez en Estados Unidos entré a un almacén de ropa y vi que tenían una vitrina con monedas; entonces, como yo siempre cargo conmigo algunas de las mías, hablé con el dueño y me dijo que podía escoger cualquier prenda y llevármela a cambio de una moneda mía”.

Esta afición conoce pocos límites, Aguilar solía gastar mil dólares en engrosar sus álbumes, hoy en día sus compras no pasan de los 500. La colección ya está repartida entre sus hijos, varios miles de dólares que contienen tanta información como la que se encuentra en Wikipedia.

(*) Publicado en la revista Expresiones del diario Expreso, el 2 de octubre de 2012.