18.9.12

Susy de Carló, entre muñecas y navidades*


Tan impecable y arreglada como una de sus muñecas, Susy Allieri de Carló habla de su afición. En sus palabras se refleja una ternura de madre que protege con fiereza el nido. O sería mejor decir trescientos nidos, porque además de muñecas Barbie, ella ha logrado reunir más de 360 nacimientos navideños, los cuales, vistos desde cierta óptica, dan la impresión de ser pequeños nidos desde donde se gesta el destino del mundo.

“Las personas que visitan nuestra casa se animan a hacer su propia colección”, dice Susy mientras nos sentamos en su sala, donde infinidad de adornos cubren cada pared, pequeñas figuras de porcelana asoman por entre las mesas y las sillas recuerdan al rococó de la realeza francesa. En esta casa se respira magia.

Un Elvis Presley de 30 centímetros convive junto a uno de los vampiros de la saga Twilight, más allá Romeo y Julieta amándose en miniatura bajo los atentos ojos de la Batichica y de la Mujer Maravilla. Son microrrelaciones mágicas que se forman bajo el manto de la cotidianidad.

La Barbie, creada en 1959 por la compañía estadounidense Mattel, ha tenido más mutaciones de las que pueden verse en X-Men.

“No supe cuándo comencé a coleccionar las Barbie. Se las compraba a mis hijas y no dejaba que sacaran de las cajas las más bonitas; entonces poco a poco fueron agrupándose y noté que tenía una colección”.

Mientras las demás muñecas terminaban despeinadas y desvestidas, las favoritas de Susy aún hoy se mantienen regias. Sus hijas nunca montaron una rabieta ni se sintieron coartadas en sus juegos. Todo lo contrario: compartían el gusto de admirar a las Barbie en su cajita.

Susy no es de las que recitan de memoria todos los datos acerca de su afición. Su relación con las muñecas y los nacimientos es más emocional, no la gobierna un sentido de la competencia que nuble sus primeras intenciones.

Las primeras muñecas las compró en Guayaquil; luego las adquirió en otros países, porque acá no se conseguían más. Ahora no es solo ella la que compra, sino también sus hijas y su esposo.

El gusto por los nacimientos también nació de manera espontánea, “comenzó porque me gustaban los detalles, los adquiría o me los regalaban, se acumularon y ahora tengo dos vitrinas y estoy por llenar otra”.

La colección aumenta. El año pasado trajo de Italia un nacimiento con piezas movibles, fabricado por una familia que lleva tres generaciones haciéndolo; ese solo lo expone en Navidad. Además, posee uno de marfil, que no se encuentra en el mercado porque está prohibida su comercialización. Los hay de diferentes temas y tamaños. Si la familia de Susy siente esta Navidad un impulso por lo minimalista, se exhibirá el nacimiento hecho con granos de arroz que cabe en la palma de la mano de un niño.

Si Guayaquil pasa por una ola de frío, emplearía motivos esquimales o el que incluye hombres de nieve. Incluso podrían pasarla todos en la piscina, ya que hay un nacimiento de patitos de hule.

“No tengo un cuidado especial con ellos, los guardo en vitrinas. Solo una vez tuve un accidente: se vino abajo una de ellas, pero solo se dañó un nacimiento… En cuanto a las muñecas, no he perdido ninguna; mis hijas tampoco, son respetadas”.

Entre las muñecas Barbie mejor cotizadas están las de porcelana de producción limitada. De una solo se hicieron 4.000 modelos; de otra, 10.000. “Las conseguí en el exterior. Las compré porque me gustaron y recién en el aeropuerto, cuando pasamos por migración, nos dimos cuenta de qué estaban hechas.

Pasaron la maleta de mano una y otra vez y ahí nos enteramos de que eran de porcelana. Eso fue hace dos años. Son las más destacadas porque son las más difíciles de conseguir”. También son las más caras, aunque Susy le resta importancia al valor monetario frente al de los sentimientos.

“Cada muñeca tiene una historia y su motivo. Cuando se es coleccionista, uno quiere que aumente el número, no venderlas. Sigo comprando y a veces me regalan. La última que adquirí fue una vestida de novia, el año pasado en la tienda de Mattel en Los Ángeles”.

Entre el cine y la cultura popular hallamos representaciones de los Picapiedra, la familia Adams, los Monster, Lucille Ball y Desi Arnaz, Marilyn Monroe, James Bond y los actores de Lo que el viento se llevó y el príncipe William de Inglaterra.

Sus colecciones las heredará quien guste de ellas y deja abiertas las posibilidades.

Renato, su esposo, es conocido por sus autos y su cuarto temático de Coca-Cola. A una de sus hijas, Renata, le fascina la numismática. Reunir y atesorar objetos parece ser una tradición familiar.

Ignora el número total de sus Barbie. “No las he contado; las compro y me las regalan, pero no las cuento, aproximadamente debo tener 70”.

(*) Publicado en la revista Expresiones del diario Expreso, el 18 de septiembre de 2012.