11.11.12

Un Frankenstein teatral en blanco y negro que da risa*


La obra que se presenta en el Teatro Sánchez Aguilar, expone al mítico personaje con una dosis de humor y eclecticismo 

Al son del Bolero de Ravel, un coro de 14 personajes vestidos de negro con batas blancas baja por los escalones del teatro. Dividido en dos grupos, el coro se desplaza lentamente, mostrando al público, fila por fila, expresiones faciales exageradas junto a movimientos corporales repetitivos y descoordinados. Es el inicio de la primera escena de Frankenstein, la obra teatral que se presentará en la Sala Principal del Teatro Sánchez Aguilar en Guayaquil.

La productora Daemon trabajó una vez más en conjunto con el TSA y, en esta ocasión, con la colaboración de la Universidad Casa Grande. Más de 70 personas estuvieron involucradas en su realización y, a pesar de la publicidad y varias presentaciones de promoción, la obra ha sabido mantener sus secretos para sorprender a los espectadores. Sin embargo, por boca de Jaime Tamariz, director y productor, se sabe que hay un castillo de tres pisos, además de música original interpretada en vivo, incluso con un piano de cola que permance en escena. 

El Frankenstein de Daemon es, en palabras de la productora y encargada de la dramaturgia, Denise Nader, un reflejo de la criatura en sí misma, por lo fragmentada, caótica y divertida. Además, es el fruto del mestizaje de influencias muy diversas. En ese sentido, Tamariz comentó: "Se nota su cualidad ecléctica. Partimos de la película Young Frankenstein (Mel Brooks, 1974) para hacer un homenaje al cine de terror de la década de los treinta, sin alejarnos de la obra original de Mary Shelley". 

Brooks hizo una parodia de la obra literaria original, pero también rindió tributo al cine expresionista alemán. Nader afirma que se mantuvo el humor del filme pero como "elemento narrativo, expresivo de la realidad y de los sueños, se puede contar algo muy serio con humor y no empequeñecerlo un ápice".

El coro, que rompe la cuarta pared al surgir de entre los espectadores, marca la pauta para la ruptura y las exploraciones, características del trabajo de Tamariz. Al aporte de Brecht se suma el de Meyerhold con su biomecánica. La gestualidad de los actores supuso comunicar con el cuerpo. Por otro lado, resulta irónico que, tomando en cuenta que el expresionismo alemán fue una manera de crear sin recursos usando el ingenio para lograr efectos dramáticos y no decorativos, esta producción actual no escatime en gastos para reproducir lo que otros hicieron sin mayor financiamiento. 


"Esta historia busca intensidad, es una revisión de varias versiones en búsqueda de algo más personal. No estamos buscando realismo", aseveró Tamariz. La puesta en escena es, en su totalidad, en blanco y negro, lo cual favorece la expresión, pero fue mucho más laborioso para efectos de la producción. 

Alberto Pablo Rivera, quien personifica a la criatura, cuenta que no se ha creado un monstruo para asustar. Para preparar su personaje, el actor dijo tuvo que apagar su mente y reaccionar a las situaciones como si fuera un niño, volver a tener la capacidad de sorprenderse. 

Entre los actores hay tres españoles con una trayectoria en Madrid en televisión, teatro y cine: José Burgos, que ya vino para hacer arte, y también actuó en El Montaplatos y ahora será el Doctor Frederick Frankenstein; Ana Morgade, que vino para ser asistente de dirección en arte y ahora es Inga; y Paula Galimberti, que será Elizabeth, la novia del Doctor. 

Los actores ecuatorianos son: Marina Salvarezza (Frau Blucher), David Reinoso (Burgomaestre Kampf), Alejandro Fajardo (Igor) y Pablo Rivera. "Interpreto a dos personajes con los que exploro bastante -dice Reinoso, conocido por su labor en el programa humorístico Vivos-. La obra tiende a la hilaridad, algo que no es tan distinto al trabajo que he desempeñado".

Las actrices españolas coinciden con él, las improvisaciones fueron comunes: "partiendo desde el texto para hacerlo crecer a un punto en donde nos encontramos cómodos y hace bien a la obra", añadió Galimberti. 

Por su parte, Marina Salvarezza, originaria de Italia y residente por largo tiempo en el país, aseguró indentificarse más con la estética de la obra fue. "Me identifico con la forma original del expresionismo. Creo que soy la más alemana del proceso… Los padres deberían venir con sus niños. Es un espacio ideal para compartir".

(*) Publicado en el diario Hoy, el 11 de noviembre de 2012.